Anna Guarró
¡Una mágica historia de navidad!
Kae Bunny acaba de llegar a vivir con sus papás a un pueblito en las montañas. Fausto Lanito siempre ha vivido en una granja hasta arriba de las montañas.
Al parecer no tienen nada en común, ¿verdad? Vamos a conocerlos un poco más. Kae en un conejito, Fausto es un borreguito.
¿Siguen sin parecerse? Si nos fijamos bien, los dos son blanquitos y peluditos. Los dos son chiquitos, por eso, ninguno ha vivido una navidad. Pero eso va a cambiar, diciembre acaba de llegar. Si uno se fija bien todos tenemos algo en común.
El pueblito de las montañas es hermoso. Cómo éste es un cuento, podemos decir de verdad, que es un pueblito sacado de un cuento. Las casas son de madera, no hay edificios, ni tráfico. El lugar favorito de todos es la pastelería, porque no solamente venden los más deliciosos pasteles, panecitos y galletas, también tienen mesitas para sentarse a platicar y tomar chocolate caliente. Como es diciembre y hace mucho frío, pusieron calentadores afuera, para que se puedan sentar a gusto. ¿Quieren saber de quién es esa pastelería que todos quisieran tener juntito a casa? De los Bunny, si, la familia de Kae
Todos decoran sus casas y negocios. Las calles se llenan de luces de muchos colores gracias a los foquitos que cuelgan por todas partes. Todo el pueblo brilla tanto, que se ve a distancia. Así fue como Fausto lo vio desde su granjita. En la primera noche de diciembre, al prender las luces, el pueblito apareció de repente a lo lejos, como una mancha de luz.
Me imagino que quieren saber cuándo se van a conocer Kae y Fausto… justo en éste momento. Los Lanito, la familia de Fausto, bajaron al pueblo para ver el festival de luces, que así se llama cuándo cada noche, todos prenden al mismo tiempo los foquitos, árboles, hombres de nieve, todo lo que brille. Es un estallido de color.
Fausto estaba feliz. Cuando todas las luces se prenden al mismo tiempo, tiene que cerrar un momento los ojos, cuando los vuelve a abrir, es como si fuera un lugar mágico. Al otro lado de la calle estaba Kae, le pasó lo mismo, cerrar los ojos, abrirlos y descubrir un lugar nuevo. Se ven y deciden que es hora de jugar. Ya saben, como cuando conocieron a su mejor amigo, así fue con ellos, esa es la magia de la amistad, el segundo de verse y convertirse en inseparables.
Fausto y Kae se pusieron a jugar, el tiempo pasó y no se dieron cuenta cuando comenzó a bajar la temperatura… una tormenta de nieve estaba llegando. Ninguno había visto la nieve, menos una tormenta. No se preocuparon hasta que tenían tanto frío que solamente una taza de chocolate caliente se los podía quitar. Pero no encontraban en camino de regreso, la ventisca (es nieve volando muy rápido), no los dejaba ver nada. Sus papás y el pueblo los buscaban, pero… ¿cómo podían encontrar dos bolitas de pelito blanco entre la blanca nieve? Cada vez tenían más frío, Fausto pensó que como los dos tenían pelo esponjadito, si se abrazaban, podían calentarse uno al otro.
Les voy a contar algo, Fausto Lanitos significa abundancia y Kae, bendiciones. Les decía desde un principio que era una historia mágica. Cuando nuestros peluditos amigos se abrazaron, la magia de los dos los iluminó. Así, abrazados, caminaron hasta ver el letrero de la panadería. Todo ahí estaba calientito y con mucha luz. Sentados en las piernas de sus mamás, mientras toman chocolate caliente con un delicioso rollo de canela, saben que su magia es más fuerte juntos.
Al día siguiente, ya sin tormenta, disfrutaron jugando por primera vez en la nieve.