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Anna Guarró

El Monstruo Absorbe Lágrimas o, como le dicen, Mal, mandó llamar al Monstruo de las Emociones.

Les voy a contar que Mal es el monstruo original, por lo mismo, es el jefe supremo, líder, manda más o, cómo quieran decirle, del Concejo de los Monstruos.

El Concejo lo organizó Mal, para reunir a todos sus compañeros y, darles los mejores trabajos que cada uno pudiera hacer.  Además, porque él siempre pensó que era muy importante que los niños supieran que, pese a la mala publicidad, los monstruos son buenos. Por eso tenemos a MG o, el Monstruo de la Guarda y, al Monstruo de las Emociones, que es el protagonista de nuestro cuento.

Éste último, es nuevo en el Concejo. Es como una almohadita, donde puedes acomodar la cabeza para descansar y, sus brazos son agarrables, para que lo puedas jalar fácilmente.

Mal había pensado que era perfecto para tener un cuernito que cambiara de color y, los pequeños pudieran ponerle nombre a lo que sienten. La idea es muy buena, pero, como buen líder, sabe reconocer cuando se equivoca, por eso lo mandó llamar.

Pensando que había hecho algo mal, el pequeño fue con miedo con el jefe.

— Todo está bien, quita esa cara de susto — le dijo Mal.

— Es que, es que… — el pobre no podía ni hablar bien.

— Calma, calma. — lo tranquilizó el jefe. — Todo lo has hecho muy bien, pero, a veces, más de las que te imaginas, me equivoco.  Y, es bueno aceptarlo, pero mejor arreglarlo.

— No entiendo — el monstruito no entendía nada.

— Cuando te pedí que fueras el Monstruo de las Emociones, pensé que era el justo para ti. Lo has hecho muy, muy bien, pero, creo que tengo algo mucho mejor.

— ¿Me va a quitar el trabajo? ¿Ya tiene a alguien más? — el Monstruo de las ex-emociones estaba muy preocupado.

— Si y no. Si te quito el trabajo, para darte uno nuevo, el que es para el que naciste. Y no, no tengo a nadie para las Emociones, pero eso es otra historia — le contestó Mal.

— ¿Qué voy a hacer ahora? — le dijo el pequeño, con miedo de que no pudiera hacerlo.

— Vas a ser el Monstruo Come Pesadillas — le dijo feliz Mal —, la verdad, no sé porqué no me di cuenta antes, tu cuerpecito parece almohada, tus brazos hacen que te puedan alcanzar siempre, te acomodas en todas partes, tienes carita dulce… ¡Eres perfecto para el puesto!

— Pero… ¿qué voy a hacer?, ¿cómo lo hago? — el nuevo Monstruo Come Pesadillas estaba encantado con el nuevo trabajo.

— Vas a acompañarlxs a dormir — Mal le explicó —. Cuando tengan pesadillas, de inmediato, te las empiezas a comer. Tu pancita está preparada para convertirlas en algodón, así, a más pesadillas, más suavecito vas a estar y, mejor van a dormir tu pequeñxs. Además, si te las cuentan, ya no las van a volver a tener.

Comp… así le llaman los otros monstruos, ahora es el Monstruo Come Pesadillas.

Por supuesto, gracias a la magia del Concejo de los Monstruos, todos sus amigos lo supieron de inmediato.

Cuando Comp llegó a su casa, lo recibieron con una fiesta sorpresa. ¡Imagínense a todos los monstruos juntos y, de fiesta!

Me contaron que fue muy divertida. Cantaron, bailaron, jugaron, comieron… ¿se la imaginan?, ¡todos los monstruos juntos!