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Anna Guarró

A Annyanka le encanta la música, por eso, su tía Anacleta le regaló una flauta mágica… aunque pensándolo bien, ¿qué otro tipo de regalo puede darte una bruja, sino es mágico?

No es que toque música hermosa con cualquiera, no. Es mágica porque toca música que sientes en tu corazón. Sale alegre si estás contenta, toca algo bailable si estás feliz… ¡imagínate cuando estás triste!

Annyanka se esforzó para tocar bien y bonito. Tomó lecciones, practicó mucho, poco a poco comenzaron a salir dulces notas de la flauta. Eso no significó que ella dejara de ensayar, al contrario, le gustó tanto, que tocaba a todas horas y en todas partes.

Por eso encontró su lugar favorito. Imagínatelo… el pasto verde, un grande y frondoso árbol (que es cuando tiene tantas ramas, que no puedes ver el cielo, por eso son muy buenos para sentarse o acostarse, dan la mejor sombra del mundo), el tronco tiene una raíz casi en forma de sillón, así que Annyanka lleva unas almohadas y una mantita, que le alcanza para sentarse sobre ella y a la vez taparse.

El árbol es el hogar de Agus Catarina y, Ela, pero siempre van a disfrutar de la vista y, la compañía, todos nuestros amigurumis… Martin, Sinnombre, Carlota, Marcel… todos los que pienses, han ido de visita.

Annyanka comenzó a tocar la flauta en su sillón raíz, todos iban para escucharla.  Unos se acostaban, otros jugaban, algunos se ponían a leer.

La magia de la flauta actuaba en todos. Cuando estaba feliz, las notas que salían los ponían a bailar, si estaba tranquila, los ayudaba a estudiar. La música es mágica.

Pero un día, Annyanka comenzó a tocar y, su tonada era tan triste, que todos lloraron. Pensaron que era algo de un momento, pero no… los días pasaban y, la música era cada vez más triste.

Uno a uno dejaron de ir al árbol, hasta que nada más quedaba Agus, quien ya estaba cansada de tanto llorar, que tenía los ojos tan hinchados que no podía ver nada. Agus habló con los demás y, decidieron hablar con Annyanka.  No era posible seguir así, hasta al árbol se le estaban cayendo las hojas.

En cuanto llegó nuestra brujita, Carlota desapareció la flauta.  Todos se sentaron frente a ella y, le preguntaron qué le pasaba, por qué su música era tan triste.

Ella los vio, los ojos se le llenaron de lágrimas y les dijo en voz bajita… mi abue se acaba de morir.

Agus le dijo… las lágrimas son agua, déjalas salir, para que limpien, como la lluvia.  Eso escuché una vez y, es verdad.

Annyanka se soltó a llorar, todos la acompañaron.  Cuando se calmó, Carlota le regresó la flauta. La brujita volvió a tocar, su canción ya no era tan triste.

Aprendió varias cosas ese día, hagamos la cuenta:

  1. Las lágrimas hay que dejarlas salir… curan.
  2. Los amigos son para compartir, lo bueno y lo malo… curan.
  3. La música… cura.

Tal vez no mañana, pero pronto, les prometo que la flauta mágica va a hacerlos bailar otra vez.