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Anna Guarró

Annyanka se siente rara.

Algo le sobra y algo le falta, y no es adivinanza.

Le sobra corazón. Su mágico corazón ha crecido tanto que necesita regalarlo, y lo que le falta, es a quién dárselo.

Así que fue a hablar con la Tía Anna.

La Tía Anna es un humano que la ayuda a pensar y saber qué debe hacer.  Como buena tía, da muy buenos consejos.  Juntas han creado a toda la Familia Annyanka.

No nos apartemos del problema del corazón mágico de Annyanka.

La Tía Anna le dijo:

  • Recuerda… eres una brujita, eres mágica. Cada uno de tus familiares nació por que tu corazón mágico estaba grande. Lo único que necesitamos es saber quien va a llegar.

Así que se pusieron a pensar, y pensar, y pensar.  Cuanto más tiempo se tardaban, más grande se hacía el corazón mágico.

La Tía tejió con estambre blanco un apapachable perrito de orejas largas, ojitos pizpiretos (que es una divertida palabra para decir alegres), nariz negra.

Annyanka puso el caldero al fuego y metió perrito.  Se concentró para escuchar a su corazón mágico. Tomó flores rojas, sandía, cerezas, fresas (todo lo que es hermoso y dulce), apachurró todo. Revolvió la mezcla roja, con mucha, mucha agua de jamaica y la puso en el caldero.

Al comenzar a mover todo, pedacitos de su corazón mágico volaron y se mezclaron con lo que estaba al fuego.  Lo único que se veía al principio era humo rojo que olía muy rico. La Tia Anna y Annyanka se sentaron al fuego para turnarse, porque no podían dejar de menearlo.

Poco a poco el vapor desapareció.  En el fondo del caldero descubrieron no uno, sino dos perritos.  Uno era rojo como la mezcla, otro, blanco como el estambre de la Tía.  Los dos tenían  pedacitos del corazón de Annyanka y aquí entre nosotros, también de la Tía.

Las dos están muy contentas, pero ahora necesitan ayuda para ponerles nombre.

¿Cómo les llamarías tu?