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Anna Guarró

Pino Pinito ya no está atrás del árbol.

Los niños siguen jugando con él.  No hay nada malo en su vida, es feliz.

Pero Bianca no.  Es Navidad, sus papás tuvieron que salir de viaje por trabajo y se está quedando con su tía.

Pero su tía no sabe jugar, no tiene paciencia, no tiene tiempo.

Es 20 de diciembre, y la casa de la tía no está arreglada.  Santa nunca va a saber que ahí hay una niñita que espera la navidad.

Los dueños de Pino Pinito viven en la casa de junto de la tía.  Las casas comparten un jardín, jugando conocieron a Bianca y se hicieron sus amigos.  Además,  saben que la tía nunca decora la casa en diciembre.

La tía no es mala persona, pero ya se olvidó de lo que es ser niña, de la alegría de preparar la casa para recibir a Santa.

Los vecinitos le prestan a Pino Pinito, le dicen que es mágico.

Blanca lo cuelga encima de su cama.  Pinito se hace su amigo y decide ayudarla.  En la noche va a la sala y se quita una esferita de atrás.  La avienta y aparece un árbol, un pino grande y frondoso (o sea, choncho).  Se quita otra esferita, y lo adorna con luces, esferas, moños.  Regresa a la cabecera de la cama.

En la mañana, Bianca lo ve de inmediato, pero la despistada de la tía no ve el hermoso árbol en el rincón.

La siguiente noche, Pino Pinito se  quita más esferas.  Adorna la sala. La tía sigue sin notarlo, pero Bianca sonríe y abraza a Pinito.

Otra noche pasa, la casa está más decorada, pero nuestro amiguito tiene menos esferas.  La casa queda hermosa.  Bianca se da cuenta que a Pinito nada más le queda la estrella de su pico, se le acabaron las esferas.  Sabe que él las cambió para que ella tuviera una bella navidad.  Lo abraza muy fuerte, no quiere que se quede sin nada.

Pero Pino Pinito no ha terminado.  Se quita la estrella y la manda por la ventana.  Se pone atrás del árbol, no quiere que lo vean sin adornos.

Es 24 de diciembre.  La tía de Bianca sale y se da cuenta de todo.  Ve el árbol, las flores de nochebuena, las velas, los muñecos y manteles.  Se acuerda que es navidad, y recuerda que fue chiquita, como Bianca.  La navidad sin papás no es lo mismo, pero ella es su tía.  Se convierte en niña por un día.  Juegan, corren… todo lo que dejó de hacer al convertirse en adulta.  Pino Pinito le regaló sus sueños de niña.

Bianca y su tía se van a dormir, es Noche Buena.  Santa llega, se acerca atrás del árbol, extiende la mano y saca a Pinito.  Lo ve sin esferitas ni estrella, le da un beso y a Pino Pinito le aparecen adornos nuevos y más brillantes.  Lo pone enfrente en el árbol, arriba de los regalos.

En la mañana de navidad, Bianca y su tía descubren los regalos y a un Pinito decorado otra vez.

Con la magia de Santa y Pino Pinito, las dos disfrutan la navidad, una como la niña que es, y otra, como la niña que fue.