Anna Guarró
Don Heraclio es un pez muy correcto y educado, con un gran sueño.
Cierra tus ojos para que lo veas clarito. Ahí te va.
Es un pez grande, como de tu tamaño. Plateado con rayas azules a los lados. Usa solo un lente, porque no tiene buena vista, y nada mas encontró uno, así que un rato lo usa en un ojo, luego se lo cambia al otro ojo.
Tiene fama de enojón. Siempre está regañando a todos; por aletear demasiado, soltar mucha tinta, sacar burbujas… por lo primero que se le ocurra. Cuando algo le molesta, con cara seria y voz profunda les dice: ¡Deja de hacer, deja de moverte, deja de respirar! Me molestas. Rápidamente se voltea agitando la cola y se va muy digno.
Su única amiga es Cuca Tortuga. A ella le cuenta su secreto, la razón de su malhumor.
Don Heraclio quiere salir a conocer el mundo como ella.
Les platico… Cuca puede estar en la tierra y en el agua. No importa si es salada como el mar, o dulce como los lagos y ríos. Fue un regalo que le hicieron cuando la nombraron Guardiana del Mundo. Por eso ella va a todas partes.
Cada vez que regresa le cuenta a Don Heraclio todo lo que hizo, vio y conoció.
Para ayudarlo, decidió que la acompañara siempre que viajara por el mar, o el océano – que es lo mismo, pero mucho, mucho más grande –. Porque, como saben, los peces no pueden estar fuera del mar. Además, hay peces de agua salada y otros de agua dulce. Don Heraclio es pez de agua salada, no puede ir a los lagos ni a los ríos.
Eso funcionó un por un tiempo, pero otra vez Don Heraclio comenzó a regañar a todos.
Cuca acaba de regresar de su viaje por tierra. Llegó con una gran idea. La solución al problema del enojón Don Heraclio. Seguro con eso le cambia el carácter.
¡Le lleva de regalo una gran caja de vidrio!
Él no entiende nada.
En la tierra tienen acuarios, – le explica–. Son grandes envases de vidrio donde ponen agua y peces.
Él seguía sin entender.
Vamos a amarrar con algas la caja de vidrio a mi caparazón y la llenamos de agua. Cuando se pueda, me acompañas en algunos de mis viajes por la tierra. Vas a ir muy cómodo adentro del acuario.
Don Heraclio dio vueltas y aleteo con tanta alegría que su lente se cayó.
Todos se pusieron a trabajar, incluyendo a algunos vecinos, con tal que ya no fuera tan regañón.
Hicieron una mochila que Cuca se puede poner y quitar.
Don Heraclio se mete al acuario, y Cuca, con mucho cuidado, despacito, sale del mar con la pecera atada bien fuerte a su caparazón.
Como tiene que caminar con cuidado y lento, para no tirar el agua cuando viaja con Don Heraclio, a Cuca se le quedó la velocidad baja. Ahora ya saben porque las tortugas caminan tan despacio.
Don Heraclio está muy feliz. Ahora nada mas regaña cuando es necesario, o… cuando lleva mucho tiempo sin salir de viaje.