Anna Guarró
Ha llegado la tarde.
Durante todo el día Luisa Lagartija, Miguel Mirlo, Ralph Ratón y Anastasia Araña, jugaron, hicieron travesuras y pelearon, como chiquitos que eran.
Todo el día estuvieron trajinando. Anastasia Araña subía y bajaba por su hilo, mientras aprendía a hacer su telaraña. Ralph Ratón corría por el piso del bosque buscando semillitas para comer. Miguel Mirlo se peleaba con Ralph por las semillitas, y buscaba lombrices brincando de un lado a otro, porque todavía no sabía volar. Luisa Lagartija perseguía al sol para que la calentara, porque el sol travieso se movía cada vez que ella se empezaba a quedar dormida, la comida le llegaba en servicio a domicilio, hasta su boca volaban los mosquitos, que eran sus preferidos.
Llegó la hora de dormir. El mago de los sueños de los animalitos es un dragón verde. Es dulce y tiene magia en su voz suavecita que los va durmiendo al leerles el cuento de cada noche.
El dragón de los sueños llega con un grueso libro bajo el brazo. Viene arrastrando a la luna, que es muy flojita y no le gusta caminar.
El dragón mago le sopla al sol. Poco a poco lo empuja, hasta que también él se acomoda en el horizonte, listo para escuchar el cuento y dormir.
El dragón aterriza, se sienta abajo del sauce que tiene las ramas más grandes, se recarga en el tronco y sopla al cielo.
La luna se pone en su lugar, las estrellas llegan corriendo, y los animalitos saben que es hora de dormir.
Primero llega Miguel Mirlo, que esponja sus alas al acomodarse. Después llega Ralph Ratón cargando Anastasia Araña en su espalda. Luisa Lagartija ya esta lista y acurrucada junto a Miguel.
Todos toman su espacio en las ramas, esperan callados y atentos.
El dragón de los sueños abre el libro y busca el cuento perfecto para esa noche.
Comienza a leer, y el polvo mágico del libro se une al de su voz.
Todos esperan, esta noche, escuchar el final. Pero saben que mañana, al jugar, van a tenerlo que inventar, porque como siempre, antes de que termine de leer, estarán dormiditos en su árbol.