Anna Guarró
La pascua es en primavera. Las flores brillan llenas de color, el sol las ve desde el cielo y sonríe.
Toda la familia se junta para disfrutar. Los niños están asoleándose, jugando en el jardín. Todo el tiempo hablan de la pascua, del conejo, de los huevitos de chocolate y quien va a encontrar más.
Les encanta pintar de muchos colores los huevos que les dan sus papás, luego los rellenan de confeti para que el domingo de pascua bañen todo de color.
En medio de esa alegría, disfrazado de amigurumi, está Lazy Bunny jugando con los chiquitos. Ahí escucha cuando uno de ellos, Sergio, dice que el conejo… ¡EL CONEJO DE PASCUA! No existe. ¡Habrase oído antes semejante cosa! Lazy se fue de espaldas porque él es parte de la familia Bunny, los Conejos de Pascua originales desde hace muchísimos años.
En defensa del pequeño, es cierto que no hay un conejo que haga todas las entregas de huevitos. No, hay muchísimos. La familia Bunny está formada por hermanos, primos, papás, tíos, padrinos, abuelos, tantos que no te puedes imaginar.
Lazy decidió tomar cartas en el asunto. Aprovechando que todos pensaban que era un amigurumi y, que tenía un truco especial, puso patitas en acción.
Primero cambió de lugar su muñeco favorito, lo buscó todo el día y nada de muñeco, hasta que se fue a dormir y lo encontró junto a su almohada, junto a unas manchitas de colores.
Después, reubicó los huevitos que tanto trabajo le habían costado pintar. Uno lo encontró debajo de la servilleta, otro en su toalla junto a unos chocolates. Con todos había las famosas manchas de colores, se dio cuenta que eran huellitas, unas las siguió hasta unos arbustos donde encontró el huevo en una canasta ¡rodeado de zanahorias!
Sergio no lo podía creer. Pensó que sus primos le estaban jugando una broma, los comenzó a espiar hasta que comprobó que no fueron ellos. Con cada detalle iba cambiando de opinión sobre el conejo, Lazy lo estaba preparando para su truco final.
El domingo de pascua, Sergio se levantó muy temprano, antes que todos, pensando que así iba a atrapar al que le estaba jugando bromas, pero el que se quedó de una pieza fue él cuando vio que el huevito de pascua que había pintado el día anterior volaba y, que debajo de él aparecían huellitas de colores… ese es el truco secreto de Lazy Bunny, bueno, en realidad es de todos los Bunny, se pueden volver invisibles el domingo de pascua.
Sergio siguió las huellitas hasta unos arbustos, al mover las hojas encontró una gran canasta llena de chocolates y dulces. En el centro, abrazando el huevito pintado, estaba ni más ni menos que el mismísimo Lazy, convertido en amigurumi otra vez.
Ni que decir que Sergio siempre, siempre de los siempres creyó en el Conejo de Pascua.