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Anna Guarró

Una semana antes del Día del Pueblito en las Montañas, todos van a la Planicie de Nankurunaisa, al espectáculo de luces y magia.

La Planicie de Nankurunaisa y la escuela están separadas por una cerca. Imagínate la vista de tu salón… un campo verde, más grande que un montón de estadios juntos (eso es una planicie). ¡Así sí dan ganas de estudiar!

El nombre se lo puso Cuca Tortuga porque, aunque se ve muy joven, es la más grande del pueblo. Es casi casi, la más vieja de la tierra y, siempre está viajando por todas. Una vez, que fue a Japón, escuchó esa palabra, que significa: “el tiempo todo lo cura”. Así que, cuando ayudó a crear al pueblo y, vio la planicie tan grande como el tiempo, pensó que era el mejor nombre.

El espectáculo de luces y magia que se hace cada año en la Planicie de Nankurunaisa, es único.  Llevan tiendas de campaña, prenden fogatas y, esperan la noche. Es la única vez que los chiquitos se pueden quedar despiertos todo el tiempo que aguanten. Las tiendas están acomodadas como en un tablero, dando espacio para caminar de una a otra, todas dan la espalda a El Pueblito, para ver al mismo lugar.

Cuando aparece la última estrella de la noche, comienza la magia.

¿Te acuerdas que todas las tiendas de campaña ven al mismo lugar?  ¡Es adónde está Cuca!  Muy lejos de los espectadores.

Las varitas mágicas de las brujas de El Pueblito, están hechas de los árboles eucaliptos arcoíris de El Bosque. Las barnizan con el hongo de los fuegos artificiales y, las pulen con el polvo de las hadas.

Todas las brujas, dirigidas por la tía Anacleta, apuntan sus varitas al caparazón de la tortuga… el espectáculo de luz y magia comienza.

¡Un montón de magia explota en forma de luces!

Las varitas están cargadas con los colores del arcoíris de los eucaliptos, los fuegos artificiales del hongo rojo y, la luz del polvo de hadas. Las usan unas brujas muy poderosas, cada una con un don diferente, para potenciar lo que va a suceder. Cuando la magia brota de las varitas, no sale luz, lo único que puedes notar y, eso si te fijas muy bien, es como si, por donde pasara el rayo, estuviera fuera de foco, igual que una foto.

Cuca tiene un caparazón muy especial. Está lleno de los colores, aventuras, lugares, personas que, ha ido conociendo. Si te fijas bien, son espirales que te llevan al cielo de cada pueblo y, ciudad por la que ha pasado.

Cuando la magia de las varitas llega al caparazón, estas se juntan y, aparecen las luces.

Los espectadores no necesitan acostarse para verlo. Imagínate una sala de cine, donde la pantalla está tan lejos, que no ves a los actores — las brujas y Cuca —, pero la ves cambiar su iluminación.

Primero, el cielo deja de ser negro, se convierte en morado y, las estrellas brillan más que nunca.

Llegan unas olas suaves, como hojas que mueve el viento. Hay de todos los colores que te imagines, pero están ordenados. Abajo verdes, en medio amarillos y, hasta arriba, morados.

Cuando Cuca o alguna de las brujas se mueve, el espectáculo cambia. Para la tortuga no es cansado, solamente es estar en un lugar… hasta se puede dormir metiéndose en su caparazón y, es la única que puede salirse de él, para irse a disfrutar las luces.  Las brujas se turnan, no necesitan ser muchas ni, estar mucho tiempo… el cielo se ve increíble con los cambios.

Cuando la estrella de la mañana llega, las brujas bajan sus varitas.

El espectáculo terminó por este año, pero el próximo va a ser mucho más hermoso, cargado con todo lo que vivan entre uno y otro.