Anna Guarró
Hay una familia de ositos que son diferentes a todos los demás.
Tienen muchos tonos de color en su cuerpo, es algo parecido al vitíligo en los humanos. A lo mejor has visto algunas personas que tienen la piel con manchas más claras en varias partes del cuerpo… eso se llama vitíligo y, no es contagioso, tan solo es que su piel es diferente a la tuya.
Bueno, pues hay una familia de ositos en la que todos, sin importar si son azules, verdes, morados, rosas, café, tienen varios tonos por todas partes… ellos son los Ositos Sinnombre, porque esperan que alguien los quiera, para que los adopte y, les ponga un nombre.
Uno de ellos, es un pequeño osito rosa claro. Para no confundirlo con los otros Sinnombre y, hasta que alguien lo adopte, ¿qué les parece si le llamo Ros? ¿Sí?, ¡Va! Ros está enfermo, lleva varias noches sin dormir nada, nadita de nada. Está muy cansado, con ojeras, no puede pensar bien, se tropieza y confunde las cosas.
Su hermana — como es de hermosos tonos naranja, voy a llamarla Nari —, está muy preocupada. Sabe lo necesario que es para los peques dormir.
Como a Nari le encanta leer, se fue a la biblioteca a investigar y descubrió la siguiente leyenda — que es algo que se cuenta de abuelos a nietos, padres a hijos, pero no se sabe nunca si es cierta o no, porque siempre hay mucha magia de por medio —:
“La luna sale por entre las montañas, la luna vieja, pero puedes ver cómo va perdiendo pedacitos cada noche, hasta quedar la mitad, la media luna. Pero es mágica, por eso empieza a crecer otra vez, hasta quedar llena, esa es la luna nueva. Dicen que esos pedacitos de luna, los recogen las brujas para hacer sus pociones, por eso son mágicas y curan todo.”
Nari pensó… si pudiera encontrar un pedacito de luna y, hacerle un baño a Ros, seguro eso le quitaría el insomnio — eso es no poder dormir nada, nadita de nada —.
Así que pensando y haciendo. Se encaminó a las montañas a buscar algún pedacito de luna, no importaba el tamaño, pero, aunque encontró muchas cosas que brillaban, ninguna era lo que necesitaba.
Se sentó a llorar, pensando en su hermanito, justo cuando pasó volando Carlota Feé, nuestra pequeña hada. Carlota aterrizó junto a Nari, quien le contó todo… el insomnio de Ros, sus investigaciones, la leyenda de los pedacitos de luna mágica, su idea del baño de luna curativo y, su fracaso en encontrar un cachito para poderlo hacer.
Carlota entendió de inmediato, pero le dijo que estaba buscando a la luna en el lugar equivocado.
— Lleva mañana a Ros, a media noche, al lago. Tiene que ser justo a esa hora, no antes, no después —, le dijo Carlota.
— Pero… es cuándo la luna está en lo más alto del cielo y, además, mañana es luna nueva, no va a haber ni un pedacito para el baño —, le respondió Nari.
— No te preocupes, se muy bien lo que hago, y se fue volando.
En la noche, como acordó, Nari llevó a su hermano al lago justo a la doce. Carlota estaba esperándolos.
— Miren el lago, les dijo la hadita.
Cuando lo hicieron, vieron en él a la luna, acostada en el agua, esperándolos para su baño de luna. Los dos ositos entraron, jugaron con Carlota, hasta que ella les dijo… suficiente magia, vayan a dormir.
Sobra decir, que, en cuanto se acostaron, se quedaron profundamente dormidos.