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Anna Guarró

Hoy me encontré al Monstruo Come Pesadillas.

Iba caminando cuando apareció de la nada. Me asustó y asombró, porque es alto, gigante, más grande que el edificio mas alto que hayas visto.

Se mueve sin hacer ruido, como el viento que mueve tus cortinas.

Lleva un gran morral colgando de su hombro.  Allí va metiendo todo lo que va a cenar o desayunar.

Tiene cara de enojado, pero creo que es por tanta pesadilla que se come, le deben dar dolor de panza, como cuando comes mucho dulces.

Siempre dices que los edificios que están construyendo me dan pesadillas… ¡Eso es lo que se estaba comiendo!  Tomaba un rascacielos con sus enormes manos, lo arrancaba como si fuera zanahoria, se lo llevaba a la boca, y adiós fierros, vidrios y ladrillos.  Algunas sobras se le caían, como cuando comes pan y dejas caer migajas.  Todo en silencio, parecía que el único que se daba cuenta era yo.  En los lugares donde arrancaba los edificios, brotaban parques. En un instante crecían árboles, pasto, flores. Bancas hechas con las migajas que dejaba caer.

Por eso supe que era el Monstruo Come Pesadillas.

Sé que ahora que no vas a la escuela no puedes dormir bien. Por eso le di tu dirección al Monstruo.

Va a pasar a verte ésta semana, cuando menos lo esperes. A lo mejor no lo ves, acuérdate que no hace ruido. Pero vas a saber que fue a comerse tus pesadillas por los restos de los edificios.

Fíjate bien. Si ves una piedra, un clavo, o algo de escombros, significa que ya fue.

Escucha bien, si oyes un tronido, seguro son sus tripas.

Dulces sueños de parte del Monstruo Come Pesadillas.